Catálogos

jueves, 15 de agosto de 2024

¿QUIÉN PROVOCÓ LA GUERRA EN UCRANIA?

John J.Mearsheimer
Ver también del mismo autor
El Lobby Israelí y la Política Exterior Estadounidense
Por qué Occidente tiene la culpa por la crisis de Ucrania
(Traducción: Denes Martos)

“Una nación que establece demasiada
diferencia entre sus sabios y sus guerreros
termina depositando su pensamiento
en los cobardes y sus guerras en los dementes.”
Tucídides


  Zelensky y Kamala Harris en la Conferencia de Seguridad de Munich 2023

La cuestión de quién es el responsable de causar la guerra de Ucrania ha sido un tema profundamente polémico desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero de 2022.

La respuesta a esta pregunta es enormemente importante porque la guerra ha sido un desastre por una variedad de razones, la más importante de las cuales es que Ucrania ha sido efectivamente destruida. Ha perdido una cantidad sustancial de su territorio y es probable que pierda más, su economía está hecha jirones, un gran número de ucranianos están desplazados internamente o han huido del país, y ha sufrido cientos de miles de víctimas. Por supuesto, Rusia también ha pagado un precio de sangre significativo. A nivel estratégico, las relaciones entre Rusia y Europa, por no hablar de Rusia y Ucrania, se han envenenado en el futuro previsible, lo que significa que la amenaza de una gran guerra en Europa estará con nosotros mucho después de que la guerra de Ucrania se convierta en un conflicto congelado. Quién es el responsable de este desastre es una pregunta que no desaparecerá en el corto plazo y, además, es probable que se vuelva más prominente a medida que la magnitud del desastre se haga más evidente para más personas.

La interpretación convencional en Occidente es que Vladimir Putin es el responsable por causar la guerra de Ucrania. La invasión habría tenido como objetivo conquistar toda Ucrania y hacerla parte de una gran Rusia, según el argumento. Una vez logrado ese objetivo, los rusos se moverían para crear un imperio en Europa del Este, al igual que lo hizo la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, Putin sería, en última instancia, una amenaza para Occidente y debería ser tratado con severidad. En resumen, Putin sería un imperialista con un plan maestro que encajaría perfectamente en una rica tradición rusa.

El argumento alternativo, con el que me identifico, y que es claramente la opinión minoritaria en Occidente, es que Estados Unidos y sus aliados provocaron la guerra. Esto no quiere decir, por supuesto, que Rusia no invadió Ucrania y desató la guerra. Pero la causa principal del conflicto es la decisión de la OTAN de incorporar a Ucrania a una alianza, a la que prácticamente todos los líderes rusos ven como una amenaza existencial que debe ser eliminada. La expansión de la OTAN, sin embargo, es parte de una estrategia más amplia que está diseñada para convertir a Ucrania en un baluarte occidental en la frontera con Rusia. La incorporación de Kiev a la Unión Europea (UE) y la promoción de una revolución de color en Ucrania, convirtiéndola en una democracia liberal prooccidental, son los otros dos pilares de la política. Los líderes rusos temen los tres aspectos, pero lo que más temen es la expansión de la OTAN. Para hacer frente a esta amenaza, Rusia lanzó una guerra preventiva el 24 de febrero de 2022.

El debate sobre quién causó la guerra de Ucrania se calentó recientemente cuando dos destacados líderes occidentales, el expresidente Donald Trump y el destacado diputado británico Nigel Farage, argumentaron que la expansión de la OTAN fue la fuerza impulsora detrás del conflicto. Como era de esperar, sus comentarios fueron recibidos con un feroz contraataque por parte de los defensores de la interpretación convencional. También vale la pena señalar que el secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo dos veces durante el año pasado que "el presidente Putin comenzó esta guerra porque quería cerrar la puerta de la OTAN y negar a Ucrania el derecho a elegir su propio camino". Casi nadie en Occidente cuestionó esta notable admisión por parte de la cabeza de la OTAN y Stoltenberg no se retractó.

Mi objetivo aquí es ofrecer una aproximación exponiendo los puntos clave que respaldan la opinión que Putin invadió Ucrania no porque fuera un imperialista empeñado en hacer de Ucrania parte de una gran Rusia, sino principalmente debido a la expansión de la OTAN y los esfuerzos de Occidente para hacer de Ucrania un bastión occidental en la frontera de Rusia.

…………………………

Permítanme comenzar con las SIETE RAZONES PRINCIPALES para rechazar la interpretación convencional.

En PRIMER lugar, simplemente no hay pruebas anteriores al 24 de febrero de 2022 de que Putin quisiera conquistar Ucrania e incorporarla a Rusia. Los defensores de la interpretación convencional no pueden señalar nada de lo que Putin escribió o dijo que indique que estaba empeñado en conquistar Ucrania.

Cuando se los cuestiona sobre este punto, los proveedores de la interpretación convencional proporcionan pruebas que tienen poca o ninguna relación con los motivos de Putin para invadir Ucrania. Por ejemplo, algunos enfatizan que dijo que Ucrania es un "estado artificial" y no un "estado real". Tales comentarios opacos, sin embargo, no dicen nada sobre la razón por la que fue a la guerra. Lo mismo ocurre con la declaración que Putin ve a rusos y ucranianos como "un solo pueblo" con una historia común. Otros señalan que llamó al colapso de la Unión Soviética "la mayor catástrofe geopolítica del siglo". Pero Putin también dijo: "Quien no eche de menos a la Unión Soviética no tiene corazón. Quien la quiera de vuelta no tiene cerebro". Sin embargo, otros señalan un discurso en el que declaró que "la Ucrania moderna fue creada enteramente por Rusia o, para ser más precisos, por la Rusia comunista bolchevique". Pero eso no constituye una prueba de que estuviera interesado en conquistar Ucrania. Además, dijo en ese mismo discurso: "Por supuesto, no podemos cambiar los acontecimientos pasados, pero al menos debemos admitirlos abierta y honestamente".

Para argumentar que Putin estaba empeñado en conquistar toda Ucrania e incorporarla a Rusia, es necesario proporcionar evidencia de que 1) pensaba que era un objetivo deseable, 2) pensaba que era un objetivo factible y 3) tenía la intención de perseguir ese objetivo. No hay pruebas en el registro público de que Putin estuviera analizando eso, y mucho menos con la intención de poner fin a Ucrania como Estado independiente y convertirla en parte de la gran Rusia cuando envió sus tropas a Ucrania el 24 de febrero de 2022.

De hecho, hay pruebas significativas de que Putin reconoció a Ucrania como un país independiente. En su conocido artículo del 12 de julio de 2021 sobre las relaciones ruso-ucranianas, que los defensores de la interpretación convencional a menudo señalan como evidencia de sus ambiciones imperiales, le dice al pueblo ucraniano: "Ustedes quieren establecer un Estado propio: ¡sean bienvenidos!" Con respecto a cómo Rusia debería tratar a Ucrania, escribe: "Solo hay una respuesta: con respeto". Concluye ese extenso artículo con las siguientes palabras: "Y lo que será de Ucrania, depende de la decisión de sus ciudadanos". Estas declaraciones están directamente en contradicción con la afirmación de que Putin quería incorporar a Ucrania dentro de una gran Rusia.

En ese mismo artículo del 12 de julio de 2021 y de nuevo en un importante discurso que pronunció el 21 de febrero de 2022, Putin subrayó que Rusia acepta "la nueva realidad geopolítica que tomó forma tras la disolución de la URSS". Reiteró ese mismo punto por tercera vez el 24 de febrero de 2022, cuando anunció que Rusia invadiría Ucrania. En particular, declaró que "no es nuestro plan ocupar el territorio ucraniano" y dejó claro que respetaba la soberanía ucraniana, aunque solo hasta cierto punto: "Rusia no puede sentirse segura, desarrollarse y existir mientras enfrenta una amenaza permanente desde el territorio de la Ucrania actual". En esencia, Putin no estaba interesado en hacer de Ucrania una parte de Rusia; estaba interesado en asegurarse de que Ucrania no se convirtiera en un "trampolín" para la agresión occidental contra Rusia.

En SEGUNDO lugar, no hay pruebas de que Putin estuviera preparando un gobierno títere para Ucrania, cultivando líderes prorrusos en Kiev, o siguiendo cualquier medida política que permitiera ocupar todo el país y, finalmente, integrarlo a Rusia.

Esto contradice la afirmación de que Putin estaba interesado en borrar a Ucrania del mapa.

En TERCER lugar, Putin no tenía ni de lejos suficientes tropas para conquistar Ucrania.

Comencemos con los números generales. Durante mucho tiempo se ha estimado que los rusos invadieron Ucrania con un máximo de 190.000 soldados. El general Oleksandr Syrskyi, actual comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, dijo recientemente en una entrevista con The Guardian ([1]) que la fuerza de invasión rusa tenía solo 100.000 efectivos. De hecho, The Guardian usó ese mismo número antes de que comenzara la guerra. No hay forma de que una fuerza de 100.000 o 190.000 soldados pueda conquistar, ocupar y absorber toda Ucrania integrándola a una gran Rusia.

Hay que tener en cuenta que cuando Alemania invadió la mitad occidental de Polonia en septiembre de 1939, la Wehrmacht contaba con unos 1,5 millones de hombres. Ucrania es geográficamente más de 3 veces más grande de lo que era la mitad occidental de Polonia en 1939 y Ucrania en 2022 tenía casi el doble de habitantes que Polonia cuando la invadió Alemania. Si aceptamos la estimación del general Syrskyi de que 100.000 soldados rusos invadieron Ucrania en 2022, eso significa que Rusia tenía una fuerza de invasión que era 1/15 del tamaño de la fuerza alemana que entró en Polonia. Y ese pequeño ejército ruso estaba invadiendo un país que era mucho más grande que Polonia en términos de tamaño territorial y población.

Dejando a un lado los números, está la cuestión de la calidad del ejército ruso. Para empezar, era una fuerza militar diseñada en gran medida para defender a Rusia de la invasión. No se trataba de un ejército preparado para lanzar una gran ofensiva que acabaría conquistando toda Ucrania, y mucho menos amenazando al resto de Europa. Además, la calidad de las fuerzas combatientes dejaba mucho que desear, ya que los rusos no esperaban una guerra cuando la crisis comenzó a calentarse en la primavera de 2021. Por lo tanto, tuvieron poco tiempo para entrenar a una fuerza de invasión capacitada. Tanto en términos de calidad como de cantidad, la fuerza de invasión rusa no estaba ni cerca de ser el equivalente de la Wehrmacht a finales de la década de 1930 y principios de la de 1940.

Se podría argumentar que los líderes rusos pensaban que el ejército ucraniano era tan pequeño y estaba tan superado en armamento que su ejército podría derrotar fácilmente a las fuerzas ucranianas y conquistar todo el país. De hecho, Putin y sus lugartenientes eran muy conscientes de que Estados Unidos y sus aliados europeos habían estado armando y entrenando al ejército ucraniano desde que estalló la crisis el 22 de febrero de 2014. El gran temor de Moscú era que Ucrania se convirtiera en un miembro de facto de la OTAN. Además, los líderes rusos observaron que el ejército ucraniano, que era más grande que su fuerza de invasión, luchó eficazmente en Donbass entre 2014 y 2022. Seguramente entendieron que el ejército ucraniano no era un tigre de papel al que se pudiera derrotar rápida y decisivamente, sobre todo porque contaba con un poderoso respaldo de Occidente.

Finalmente, a lo largo de 2022, los rusos se vieron obligados a retirar su ejército de la región de Járkov y de la parte occidental de la región de Jersón. En efecto, Moscú entregó el territorio que su ejército había conquistado en los primeros días de la guerra. No hay duda de que la presión del ejército ucraniano jugó un papel importante para forzar la retirada rusa. Pero lo más importante es que Putin y sus generales se dieron cuenta de que no tenían fuerzas suficientes para mantener todo el territorio que su ejército había conquistado en Járkov y Jersón. Entonces, se replegaron y crearon posiciones defensivas más manejables. Este no es el comportamiento que uno esperaría de un ejército que fue construido y entrenado para conquistar y ocupar toda Ucrania. Por supuesto, no fue diseñado para ese propósito y, por eso, no pudo lograr esa tarea hercúlea.

En CUARTO lugar, en los meses previos al inicio de la guerra, Putin trató de encontrar una solución diplomática a la crisis que se estaba gestando.

El 17 de diciembre de 2021, Putin envió una carta tanto al presidente Joe Biden como al jefe de la OTAN, Stoltenberg, en la que proponía una solución a la crisis basada en una garantía escrita sobre que: 1) Ucrania no se uniría a la OTAN, 2) no se estacionarían armas ofensivas cerca de las fronteras de Rusia, y 3) las tropas y equipos de la OTAN trasladados a Europa del Este desde 1997 se trasladarían de vuelta a Europa Occidental. Independientemente de lo que uno piense de la viabilidad de llegar a un acuerdo basado en las demandas iniciales de Putin, sobre las que Estados Unidos se negó a negociar, la propuesta muestra que Putin estaba tratando de evitar la guerra.

En QUINTO lugar, inmediatamente después de que comenzara la guerra, Rusia se acercó a Ucrania para iniciar negociaciones para poner fin a la guerra y elaborar un modus vivendi entre los dos países.

Las negociaciones entre Kiev y Moscú comenzaron en Bielorrusia solo cuatro días después de que las tropas rusas entraran en Ucrania. Esa pista de Bielorrusia finalmente fue reemplazada por una pista israelí y otra de Estambul. Todas las evidencias disponibles indican que Rusia estaba negociando en serio y no estaba interesada en absorber territorio ucraniano, salvo Crimea, que se había anexionado en 2014, y posiblemente el Donbass. Las negociaciones terminaron cuando los ucranianos, con la insistencia de Gran Bretaña y Estados Unidos, se retiraron de las negociaciones, que estaban progresando a buen ritmo cuando terminaron.

Además, Putin informa de que, cuando las negociaciones se estaban llevando a cabo y avanzaban, se le pidió que retirara las tropas rusas de la zona alrededor de Kiev como gesto de buena voluntad, lo que hizo el 29 de marzo de 2022. Ningún gobierno de Occidente ni ningún responsable político ha cuestionado la afirmación de Putin, que contradice directamente la afirmación de que estaba empeñado en conquistar toda Ucrania.

En SEXTO lugar, dejando a un lado a Ucrania, no hay ni pizca de evidencia de que Putin estuviera contemplando conquistar otros países de Europa del Este.

Además, el ejército ruso ni siquiera es lo suficientemente grande como para invadir toda Ucrania, y mucho menos para intentar conquistar los estados bálticos, Polonia y Rumania. Además, todos esos países son miembros de la OTAN, lo que casi con certeza significaría una guerra con Estados Unidos y sus aliados.

Por último, en SÉPTIMO lugar, casi nadie en Occidente argumentó que Putin tenía ambiciones imperiales desde el momento en que tomó las riendas del poder en 2000 hasta que comenzó la crisis de Ucrania el 22 de febrero de 2014. En ese momento, de repente se convirtió en un agresor imperial. ¿Por qué? Porque los líderes occidentales necesitaban una razón para culparlo de causar la crisis.

Probablemente la mejor prueba de que Putin no fue visto como una amenaza seria durante sus primeros catorce años en el cargo es que fue invitado a la cumbre de la OTAN de abril de 2008 en Bucarest, que es donde la alianza anunció que Ucrania y Georgia eventualmente se convertirían en miembros. Putin, por supuesto, se enfureció por esa decisión y dio a conocer su ira. Pero su oposición a ese anuncio apenas tuvo efecto en Washington porque se consideró que el ejército ruso era demasiado débil para detener una mayor expansión de la OTAN, al igual que había sido demasiado débil para detener las olas de expansión de 1999 y 2004. Occidente pensó que, una vez más, podría hacerle tragar a Rusia otra expansión de la OTAN.

En relación con esto, la ampliación de la OTAN antes del 22 de febrero de 2014 no tenía como objetivo contener a Rusia. Dado el triste estado del poderío militar ruso, Moscú no estaba en condiciones de conquistar Ucrania, y mucho menos de seguir políticas revanchistas en Europa del Este. Es revelador que el exembajador de Estados Unidos en Moscú Michael McFaul, que es un acérrimo defensor de Ucrania y un crítico mordaz de Putin, señala que la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 no estaba planeada antes de que estallara la crisis; fue un movimiento impulsivo en respuesta al golpe de Estado que derrocó al líder prorruso de Ucrania. En resumen, la expansión de la OTAN no tenía la intención de contener una amenaza rusa, porque Occidente no creía que existiera.

No fue hasta que estalló la crisis de Ucrania en febrero de 2014 que Estados Unidos y sus aliados empezaron a describir a Putin como un líder peligroso con ambiciones imperiales y a Rusia como una seria amenaza militar que la OTAN tenía que contener. Este cambio abrupto en la retórica fue diseñado para servir a un propósito esencial: permitir que Occidente culpe a Putin por la crisis y absuelva a Occidente de su responsabilidad. Como era de esperar, esa representación de Putin ganó mucha más fuerza después de que Rusia invadiera Ucrania el 24 de febrero de 2022.

Hay un giro en la interpretación convencional que vale la pena mencionar. Algunos argumentan que la decisión de Moscú de invadir Ucrania tiene poco que ver con el propio Putin y, en cambio, es parte de una tradición expansionista que es muy anterior a Putin y está profundamente conectada con la sociedad rusa. Esta inclinación por la agresión, que se dice que está impulsada por fuerzas internas, no por el entorno de amenazas externas de Rusia, ha llevado a prácticamente todos los líderes rusos a lo largo del tiempo a comportarse violentamente con sus vecinos. No se puede negar que Putin está a cargo de esta historia o que llevó a Rusia a la guerra, pero se dice que tiene poca influencia en esto. El argumento es que casi cualquier otro líder ruso habría actuado de la misma manera.

Hay dos problemas con este argumento. Para empezar, no es falsable, ya que nunca se señala ese rasgo de larga data en la sociedad rusa que produce este impulso agresivo. Se dice que los rusos siempre han sido agresivos y siempre lo serán, sin importar quién esté a cargo. Es casi como si estuviera en su ADN. Esta misma afirmación se hizo una vez implicando a los alemanes, que a menudo fueron retratados durante el siglo XX como agresores congénitos. Argumentos de este tipo no se toman en serio en el mundo académico por una muy buena razón.

Además, casi nadie en Estados Unidos o Europa Occidental caracterizó a Rusia como innatamente agresiva entre 1991 y 2014, cuando estalló la crisis de Ucrania. Fuera de Polonia y los estados bálticos, el miedo a la agresión rusa no fue una preocupación expresada con frecuencia durante esos veinticuatro años, lo que cabría esperar si los rusos estaban programados para la agresión. Parece claro que la repentina aparición de esta línea argumental fue una excusa conveniente para culpar a Rusia de causar la guerra de Ucrania.

………………………………….

Permítanme cambiar de marcha y exponer las TRES RAZONES PRINCIPALES para pensar que la expansión de la OTAN fue la causa principal de la guerra de Ucrania.

PRIMERO: los líderes rusos dijeron en general y en repetidas ocasiones antes de que comenzara la guerra, que consideraban la expansión de la OTAN en Ucrania como una amenaza existencial que debía eliminarse.

Putin hizo numerosas declaraciones públicas exponiendo esta línea argumental antes del 24 de febrero de 2022. En declaraciones a la Junta del Ministerio de Defensa el 21 de diciembre de 2021, declaró:

"lo que están haciendo, intentando, o planeando hacer en Ucrania, no está sucediendo a miles de kilómetros de nuestra frontera nacional. Está junto a la puerta de nuestra casa. Deben entender que simplemente no tenemos ningún lugar más a donde retirarnos. ¿De verdad creen que no vemos estas amenazas? ¿O creen que nos quedaremos de brazos cruzados viendo surgir las amenazas a Rusia?".

Dos meses después, en una conferencia de prensa el 22 de febrero de 2022, pocos días antes de que comenzara la guerra, Putin dijo:

"Nos oponemos categóricamente a que Ucrania se una a la OTAN porque representa una amenaza para nosotros, y tenemos argumentos para apoyarlo. He hablado de ello en repetidas ocasiones en esta sala".

Luego dejó en claro que reconocía que Ucrania se estaba convirtiendo en un miembro de facto de la OTAN. Estados Unidos y sus aliados, dijo, "continúan llenando a las actuales autoridades de Kiev de armas del tipo moderno". Continuó diciendo que si esto no se detenía, Moscú "se quedaría con una «anti-Rusia» armada hasta los dientes ante su puerta. Esto es totalmente inaceptable".

Otros líderes rusos – incluidos el ministro de Defensa, el ministro de Relaciones Exteriores, el viceministro de Relaciones Exteriores y el embajador ruso en Washington – también destacaron la importancia de la expansión de la OTAN en causar la crisis de Ucrania. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, lo expresó sucintamente en una rueda de prensa el 14 de enero de 2022: "La clave de todo es la garantía de que la OTAN no se expandirá hacia el este".

A menudo se escucha el argumento de que los temores rusos eran infundados porque no había ninguna posibilidad de que Ucrania se uniera a la alianza en un futuro previsible, si es que alguna vez lo hacía. De hecho, se dice que Estados Unidos y sus aliados europeos prestaron poca atención a la incorporación de Ucrania a la OTAN antes de la guerra. Pero incluso si Ucrania se uniera a la alianza, eso no sería una amenaza existencial para Rusia porque la OTAN es una alianza defensiva. Por lo tanto, se decía que la expansión de la OTAN no pudo haber sido una causa de la crisis original, que estalló en febrero de 2014, ni de la guerra que comenzó en febrero de 2022.

Esta línea de argumentación es falsa. De hecho, la respuesta occidental a los acontecimientos de 2014 fue redoblar la estrategia existente y acercar aún más a Ucrania a la OTAN. La alianza comenzó a entrenar al ejército ucraniano en 2014, con un promedio de 10.000 soldados entrenados anualmente durante los próximos ocho años. En diciembre de 2017, la administración Trump decidió proporcionar a Kiev "armas defensivas". Otros países de la OTAN pronto entraron en acción, enviando aún más armas a Ucrania. Además, el ejército, la armada y la fuerza aérea de Ucrania comenzaron a participar en ejercicios militares conjuntos con las fuerzas de la OTAN. El esfuerzo de Occidente por armar y entrenar al ejército ucraniano explica en buena parte por qué le fue tan bien contra el ejército ruso en el primer año de la guerra. Como decía un titular de The Wall Street Journal de abril de 2022: "El secreto del éxito militar de Ucrania: años de entrenamiento de la OTAN".

Dejando a un lado los esfuerzos en curso de la alianza para hacer del ejército ucraniano una fuerza de combate más formidable y que pudiera operar junto a las tropas de la OTAN, hubo un renovado entusiasmo en Occidente durante 2021 por incorporar Ucrania a la OTAN. Al mismo tiempo, el presidente Zelensky, que nunca había mostrado mucho entusiasmo por incorporar Ucrania a la alianza y que fue elegido en marzo de 2019 con una plataforma que pedía trabajar con Rusia para resolver la crisis en curso, cambió de rumbo a principios de 2021 y no solo abrazó la membresía de Ucrania en la OTAN, sino que también adoptó un enfoque de línea dura contra Moscú.

El presidente Biden, que se mudó a la Casa Blanca en enero de 2021, llevaba mucho tiempo comprometido con la incorporación de Ucrania a la OTAN y era un superhalcón para con Rusia. Como era de esperar, el 14 de junio de 2021, la OTAN emitió un comunicado en su cumbre anual en Bruselas, que decía: "Reiteramos la decisión tomada en la Cumbre de Bucarest de 2008 de que Ucrania se convertirá en miembro de la Alianza". El 1 de septiembre de 2021, Zelenski visitó la Casa Blanca, donde Biden dejó claro que Estados Unidos estaba "firmemente comprometido" con "las aspiraciones euroatlánticas de Ucrania". Luego, el 10 de noviembre de 2021, el secretario de Estado, Antony Blinken, y su homólogo ucraniano, Dmytro Kuleba, firmaron un documento importante: la "Carta de Asociación Estratégica entre Estados Unidos y Ucrania". El objetivo de ambas partes, según el documento, es "subrayar (...) un compromiso con la implementación por parte de Ucrania de las reformas profundas y exhaustivas necesarias para la plena integración en las instituciones europeas y euroatlánticas". También reafirma explícitamente el compromiso de Estados Unidos con la "Declaración de la Cumbre de Bucarest de 2008".

Parece haber pocas dudas de que Ucrania estaba en camino de convertirse en miembro de la OTAN a finales de 2021. Aun así, algunos partidarios de esta política argumentan que Moscú no debería haberse preocupado por ese resultado, porque "la OTAN es una alianza defensiva y no representa una amenaza para Rusia". Pero no es así como Putin y otros líderes rusos piensan sobre la OTAN, y lo que importa es lo que ellos piensan. En resumen, no hay duda de que Moscú veía a una Ucrania unida a la OTAN como una amenaza existencial que no podía permitir.

SEGUNDO: un número sustancial de personas influyentes y de gran prestigio en Occidente reconocieron antes de la guerra que la expansión de la OTAN, especialmente en Ucrania, sería vista por los líderes rusos como una amenaza mortal y eventualmente conduciría al desastre.

William Burns, que ahora dirige la CIA, pero que era el embajador de Estados Unidos en Moscú en el momento de la cumbre de la OTAN de abril de 2008 en Bucarest, escribió un memorándum a la entonces secretaria de Estado Condoleezza Rice que describe sucintamente el pensamiento ruso sobre la incorporación de Ucrania a la alianza. La entrada de Ucrania en la OTAN, según Burns, 

"es la más radiante de todas las líneas rojas para la élite rusa (no solo para Putin). En más de dos años y medio de conversaciones con actores rusos clave, desde los burócratas más inútiles que se arrastran por los oscuros recovecos del Kremlin hasta los críticos liberales más agudos de Putin, todavía no he encontrado a nadie que vea a Ucrania en la OTAN como algo más que un desafío directo a los intereses rusos". LaOTAN sería vista... como lanzar el guante estratégico. La Rusia de hoy responderá. Las relaciones ruso-ucranianas entrarán en un profundo congelamiento... Creará un terreno fértil para la injerencia rusa en Crimea y el este de Ucrania".

Burns no fue el único responsable político occidental en 2008 que entendió que la incorporación de Ucrania a la OTAN estaba plagada de peligros. De hecho, en la cumbre de Bucarest, tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente francés, Nicolas Sarkozy, se opusieron a avanzar en la adhesión de Ucrania a la OTAN porque entendían que alarmaría y enfurecería a Rusia. Merkel explicó recientemente su oposición:

"Estaba muy segura... que Putin no permitiría que eso suceda. Desde su perspectiva, eso sería una declaración de guerra".

Para llevar esto un paso más allá, numerosos políticos y estrategas estadounidenses se opusieron a la decisión del presidente Clinton de expandir la OTAN durante la década de 1990, cuando se estaba debatiendo la decisión. Esos opositores entendieron desde el principio que los líderes rusos lo verían como una amenaza a sus intereses vitales, y que la política eventualmente conduciría al desastre. La lista de opositores incluye a figuras prominentes del establishment como George Kennan, tanto el secretario de Defensa del presidente Clinton, William Perry, como su jefe del Estado Mayor Conjunto, el general John Shalikashvili, Paul Nitze, Robert Gates, Robert McNamara, Richard Pipes y Jack Matlock, solo por nombrar algunos.

La lógica de la posición de Putin debería tener mucho sentido para los estadounidenses, que han estado comprometidos durante mucho tiempo con la Doctrina Monroe, que estipula que ninguna gran potencia lejana puede formar una alianza con un país del hemisferio occidental y ubicar allí sus fuerzas militares. Estados Unidos interpretaría una medida de ese tipo como una amenaza existencial y haría todo lo posible para eliminar el peligro. Por supuesto, esto es lo que sucedió durante la Crisis de los Misiles Cubanos en 1962, cuando el presidente Kennedy dejó claro a los soviéticos que sus misiles con ojivas nucleares tendrían que ser retirados de Cuba. Putin está profundamente influenciado por la misma lógica. Después de todo, las grandes potencias no quieren que las grandes potencias lejanas se muden a su patio trasero.

TERCERO: la centralidad del profundo miedo de Rusia a que Ucrania se una a la OTAN queda ilustrada por dos acontecimientos que han ocurrido desde que comenzó la guerra.

Durante las negociaciones de Estambul que tuvieron lugar inmediatamente después de que comenzara la invasión, los rusos dejaron manifiestamente en claro que Ucrania tenía que aceptar la "neutralidad permanente" y no podía unirse a la OTAN. Los ucranianos aceptaron la demanda de Rusia sin ninguna resistencia seria, seguramente porque sabían que de otro modo era imposible poner fin a la guerra. Más recientemente, el 14 de junio de 2024, Putin expuso dos demandas que Ucrania tendría que cumplir antes de aceptar un alto el fuego y el inicio de negociaciones para poner fin a la guerra. Una de esas demandas era que Kiev declarara "oficialmente" que abandona sus planes de unirse a la OTAN.

Nada de esto es sorprendente, ya que Rusia siempre ha visto a Ucrania en la OTAN como una amenaza existencial que debe evitarse a toda costa. Esa lógica es la fuerza motriz detrás de la guerra de Ucrania.

Por último, por la posición negociadora de Rusia en Estambul, así como por los comentarios de Putin sobre el fin de la guerra en su discurso del 14 de junio de 2024, es obvio que Putin no está interesado en conquistar toda Ucrania y hacerla parte de una gran Rusia.

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NOTAS

[1] )- The Guardian es un diario británico de izquierda. (N. del E.)



viernes, 24 de mayo de 2024

domingo, 21 de abril de 2024

lunes, 15 de abril de 2024

BAO NINH - EL DOLOR DE LA GUERRA

 

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Libros y películas sobre la guerra de Vietnam hay en gran cantidad pero el libro de Bao Ninh es una de las pocas voces que nos llegan “del otro lado”. “El Dolor de la Guerra” no es el conocido relato norteamericano de esa guerra completamente inútil que sus propios combatientes terminaron llamando demencial mien­­tras una enorme parte la juventud norteamericana en su país de origen flotaba sobre una nube de LSD y denostaba esa misma guerra repitiendo la consigna de “hagan el amor y no la guerra. Por el contrario, la novela de Bao Ninh nos habla de la vivencia de los soldados norvietnamitas, algunos de ellos casi niños, contada por el sobreviviente de una catástrofe que se llevó millones de vidas.

Aunque la novela está escrita en tercera persona, Bao Ninh plasma en ella su testimonio personal pero lo hace de un modo profundamente artístico alternando la ternura lírica, el espanto, la nostalgia, la crueldad y el simple testimonio. El hilo del relato no es lineal; abundan saltos temporales en los que el pasado, el presente y alguna visión de futuro se alternan para entretejer historias de amor, de horror, de sueños juveniles, sobre un fondo que cuestiona la racionalidad de las motivaciones que impulsan los actos de las personas y su­gie­re el inmenso enigma que, en última instancia, constituye la condición humana. 

Con nuestros criterios occidentales se trata, sin duda, de una novela extraña pero tremenda. Uno casi diría que no es una novela sino un relato, enorme por su profundidad y por su capacidad de ayudarnos a comprender un capítulo trágico de la Historia del Siglo XX en el que una pequeña nación consiguió vencer y torcerle la mano nada menos que a una enorme potencia mundial. Quizás justamente por eso Bao Ninh es – y probablemente seguirá siendo – poco conocido en nuestro medio. Es que la verdad, aunque sea la de una novela, es una píldora que muchos todavía no están dispuestos a tragar.

Denes Martos
Abril 2024




viernes, 5 de abril de 2024

OTTO SKORZENY - LA GUERRA DESCONOCIDA

No se puede perder el tiempo
haciendo fintas y esquivando eternamente.
Decida su objetivo ¡y vaya por él!

Es posible que nos separemos dentro de poco,
que no volvamos a vernos en mucho tiempo.
Pero si un día volvemos a reunimos,
y recordamos esta noche y las horas que hemos
pasado juntos, no habremos perdido
"aquello" que nos ha unido.
Estaremos más maduros frente a la vida,
y podremos volver a unir los hilos que se han roto.

Otto Skorzeny 


LA HISTORIA ESCRITA POR LOS VENCEDORES
NUNCA ES LA VERDADERA HISTORIA

Haga click en la imagen para acceder al libro


PRÓLOGO

Cuatro oficiales, generales de los ejércitos aliados occidentales, han examinado la acción del coronel Otto Skorzeny y de sus unidades de «destinos especiales» durante la Segunda Guerra Mundial.

El primero ha sido el general Robert E. Laycock (C.B., D.S.O.), Jefe de las Operaciones combinadas británicas desde 1943 a 1947, quien en el prefacio del libro de Charles Foley, «Comando Extraordinario», compara a Skorzeny con David Stirling, el coronel que mandaba el «Servicio Especial Aéreo» (S.A.S.), el cual se mencionará en este libro.

«Por su manera de concebir las operaciones – escribe Laycock – Stirling y Skorzeny hacen pensar en esos jugadores de ajedrez que, burlándose de las defensas del adversario, se apoderan de su reina en dos jugadas tan rápidas como inesperadas. Estos dos hombres tuvieron que luchar contra la desconfianza que despertaron sus ideas.»

Es verdad, si bien fue precisamente Hitler quien escogió a Otto Skorzeny para encargarle grandes operaciones que él mismo había imaginado. Pero, en el seno de los Estados mayores, Stirling y Skorzeny chocaron con la misma incomprensión por no decir con la misma hostilidad.

En el prefacio de la edición americana del libro de Foley fue el general americano Telford Taylor, quien escribió:

«El nombre del coronel Otto Skorzeny está asociado sobre todo a empresas donde los factores psicológicos han sido la clave del éxito... Ha vuelto a poner de relieve métodos que generalmente habían caído en desuso, ha demostrado la unidad esencial de los objetivos políticos y militares y ha obtenido — con audacia imaginación y una gran economía de medios — resultados verdaderamente sensacionales. Teniendo en cuenta la época y las circunstancias, es equitativo decir que son únicos. Aquí está la razón por la cual su fama sobrepasa en brillo y duración a la de otros «grandes aventureros» de la Segunda Guerra mundial.»

En 1972 apareció en los Estados Unidos el libro de Charles Whiting, «Otto Skorzeny», con una introducción del general Peter Young (D.S.O., M.A.) ex-jefe de la 1ª Brigada de comandos británicos y profesor de historia militar en la Academia real de Sandhurst.

El general Young pone en paralelo la acción del jefe de las Unidades Especiales de Friedenthal y la del legendario coronel T.E. Lawrence, el autor de los «Siete Pilares de la sabiduría», quien durante la Primera Guerra mundial mandó en el Oriente Medio las fuerzas de guerrilla árabes contra los Turcos, desde 1916 a 1919.

«Otto Skorzeny” – escribe Peter Young – “fue un jefe enérgico, inteligente e imaginativo.      Si le sonrió la suerte fue porque era un verdadero líder, con el magnetismo, la originalidad, el dinamismo y el golpe de vista necesarios a un gran jefe de las fuerzas especiales...»

Sin embargo, hace notar el general, Skorzeny demostró en el transcurso de la última batalla que libró, la de la cabeza de puente de Schwedt-zur Oder, «que es la menos ·conocida», que también era un jefe de guerra convencional de primer orden.

«Primero, a la cabeza de un millar de hombres – escribe el coronel – Skorzeny pudo reunir en unos días 15.000 combatientes para formar su División Schwedt. Resistió con éxito durante un mes a fuerzas infinitamente superiores

El general Young concluye: «Sería equívoco pensar que aquello fue únicamente el feliz resultado de una improvisación. Yo creo, sin embargo, que aquí tenemos la prueba de que Skorzeny no estaba dotado solamente para el golpe brillante y sensacional, sino que era un jefe tenaz, astuto, obstinado, que merecía ampliamente ese grado de oficial general que se le rehusó de manera tan mezquina

Uno de los mejores oficiales de Estado Mayor del general Douglas MacArthur fue el mayor-general Charles A. Willoughby. Antiguo profesor de historia comparada en la Escuela de Guerra de U.S.A.., Willoughby se interesó particularmente, después de la guerra, en los hechos de guerra de Skorzeny y justamente porque habían tenido lugar en escenarios de operaciones que él no había podido conocer.

«Lo que caracteriza a las grandes operaciones del coronel Skorzeny – me dijo – es primeramente que pudo verificar él mismo y sobre el lugar la veracidad de las informaciones que le eran comunicadas. Mejor aún, esos informes los reunió él gracias a un equipo que dirigía en persona. Esto es lo ideal. En lo concerniente a la batalla del Pacífico, no nos era posible verificar las informaciones que nos llegaban de un frente de batalla que distaba cinco mil kilómetros.»

«Las hazañas más conocidas de Otto Skorzeny corresponden a un gran estratega. Sacar al Dulce de Melbourne, de Singapur, de las Filipinas, de New York o de Tokyo, tendría igual resonancia. Me he preguntado a menudo si alguna vez Eisenhower y  Bradley se tomaron la molestia de estudiar seriamente la ofensiva alemana de mayo de 1940, de la cual la ofensiva de las Ardenas de diciembre de 1944 era, en cierta forma, una repetición. Los resultados tácticos de la operación «Grifo» fueron felizmente mediocres, porque la brigada blindada que tuvo que improvisar Skorzeny no pasó el Mosa y tuvo que jugar un papel puramente convencional. Pero los resultados obtenidos por sus pequeños comandos son únicos en lo que se puede denominar la historia de «la Guerra de Imaginación

Estos juicios son compartidos por oficiales, generales, especialistas, en las operaciones de comandos. Charles Willoughby explicó que él mismo tuvo que organizar operaciones similares en el Pacífico. «Hazañas de capa y espada», decía él.

En operaciones de esta naturaleza es esencial «conseguir el objetivo». Pero está la manera de hacerlo. Veremos que los servicios especiales británicos «raptaron» realmente a Rudolf Hess en mayo de 1941. Sin embargo, los procedimientos que fueron utilizados para este fin son muy diferentes a los que permitieron sacar al Duce o conseguir la captura del “Burgberg” en Budapest.

Otto Skorzeny supo actuar con brío y esto es lo que impresionó en el campo contrario a los jefes de comandos, como el coronel David Stirling y el comodoro de la RAF Forrest Yeo Thomas, que estimaban y admiraban a Skorzeny. El mismo les tenía en muy alta estima. Si estos hombres fueron adversarios puede decirse que no se consideraban como enemigos. Hay entre ellos una evidente solidaridad y Yeo Thomas en Dachau testimonió a favor de Otto Skorzeny de un modo que le hizo honor.

Los rusos, siempre realistas, mostraron también que hacían un gran caso al valor de un oficial como Otto Skorzeny cuando después de la guerra trataron de tenerlo a su servicio. Los americanos hicieron lo mismo sin mayor éxito.

Es muy natural que el «Generaloberst» Paul "Papá" Hausser, fundador de las Waffen SS, escribiese:

«Otto Skorzeny no ha sido nunca un combatiente convencional... Su camarada y antiguo jefe de división es feliz de poder manifestarle toda su estima. No sólo ha llevado a cabo acciones con audacia e inteligencia, sino que ha sabido encontrar soluciones en situaciones que parecían verdaderamente desesperadas.»

En el Capítulo 2 de la tercera parte encontramos la hermosa dedicatoria del mariscal Albert Kesselring al libertador del Duce.

Skorzeny es uno de los soldados alemanes que durante la última guerra obtuvo las distinciones más altas. Titular de la Cruz de caballero con hojas de roble, cruces de hierro de primera y segunda clase, cruz alemana en oro. Fue, igualmente, citado en la Orden del Día del Ejército en diciembre de 1944 por su participación en la batalla de las Ardenas. Es además Comendador de la Orden de la Corona de Hungría – con atribución de un título nobiliario y de una tierra – y Mussolini lo condecoro con la Orden de los Cien Mosqueteros. El Duce y el Archiduque José de Habsburgo, quien ofreció a Skorzeny en Budapest un soberbio caballo blanco, le distinguieron así como una especie de D'Artagnan vienés. El archiduque se vistió simbólicamente para dicha circunstancia con el uniforme de mariscal de campo de la armada imperial y real.

De naturaleza muy diferente es el largo comentario que sir Basil Liddell Hart consagra a la operación Grifo en su «Historia de la Segunda Guerra Mundial». Habla a este respecto de un éxito «fantástico».

Que este episodio haya encontrado lugar en la obra a la vez tan vasta y tan condensada de uno de los mejores historiadores militares contemporáneos, prueba que sir Basil ha sabido ver la importancia histórica del papel de la imaginación en los modernos conflictos armados.·

La mayoría de los generales más célebres de la Segunda Guerra mundial se han limitado en sus memorias a explicar su acción pasada. Muy raros son los que, dotados de una visión sintética de la guerra, han considerado primero las verdaderas causas del acontecimiento.

Esta visión sintética y esta concepción original que tenía Skorzeny de la acción guerrera son utilizadas aquí con un fin histórico que interesa también al porvenir.

En su célebre obra «De la Guerra» Karl von Clausewitz hace notar: «La búsqueda de las “causas” de los fenómenos y el examen de los «medios apropiados para los fines que ellos sirven deben ir a la par en el estudio crítico de una acción.»

Cuando el coronel Skorzeny cuenta sus operaciones abarca un campo mucho más vasto que el de la estrategia y el de la táctica. Su “visión de acontecimiento” nos revela una nueva perspectiva de la guerra en lo que respecta tanto a la política, la economía y la psicología, como a la logística y a la información.

El general Young ignoraba ciertamente que Skorzeny leyese precisamente «Los Siete Pilares de la Sabiduría» en el momento en que su unidad se preparaba para el ataque contra la URSS. Hoy sabemos que las promesas hechas a T. E. Lawrence no fueron mantenidas. Pero al menos, en enero de 1919, en el Quai d'Orsay, el coronel Lawrence, como consejero del emir Faisal, participó en las discusiones preliminares concernientes al Tratado de Paz. Ciertamente era un «aventurero», pero un aventurero victorioso. Veremos que después de la Segunda Guerra Mundial, el coronel Skorzeny tuvo un destino distinto.

Encontraremos en las conversaciones, las reflexiones, los documentos que nos confió y que hemos recogido de la manera más escrupulosa, numerosos temas de meditación. Es verdaderamente un nuevo aspecto de la Segunda Guerra mundial lo que nos da mientras que él mismo ilustra con su acción, este pensamiento de Napoleón:

«En la guerra no son los hombres los que cuentan; es EL hombre.»