NOTA PRELIMINAR
Estimado lector:El libro que está empezando a leer es un libro de filosofía. No es uno de esos libros de elucubración abstracta y de especulación casi pura sino, por el contrario, una filosofía analítica fuertemente referenciada en la ciencia y en hechos reales de observación directa. Si bien ésta es una de sus mayores fortalezas, también tiene algunas debilidades y, en este sentido, hay al menos dos consideraciones a tener en cuenta.
Por un lado, el profesor de Jaime María de Mahieu (1915-1990) llegó a la Argentina poco antes de la primera mitad del Siglo XX; probablemente hacia 1946 o algo más tarde. Este trabajo se publicó en 1950 cuando todavía "pensaba en francés y escribía en castellano" como dijo en alguna oportunidad. De allí alguna sintaxis algo extraña en algunos párrafos que puede llamar la atención aun cuando no impida la comprensión.
Por el otro lado, siendo un trabajo sustentado con datos científicos no podemos perder de vista que, desde 1950 hasta hoy, tanto la biología – sobre todo la microbiología – como la física en todas sus ramas, la química, la exploración espacial y las herramientas de análisis matemático han tenido enormes avances desde entonces. Watson y Crick descubrieron el ADN tres años después de publicado este libro [[1]]. El Proyecto Genoma Humano comenzó en 1990 y culminó en 2003. También los grandes avances en microbiología celular, en microscopía electrónica y en teorías de sistemas y procesos vitales vendrían mucho después de 1950. Por ejemplo, Ludwig von Bertalanffy publicó su Teoría General de los Sistemas en 1968 [[2]]; un trabajo que superó en buena medida varias de las controversias filosóficas clásicas como, por ejemplo, materialismo y vitalismo o mecanicismo y teleología, entre otras. Varias de ellas se mencionan en este libro y es una verdadera pena que de Mahieu no haya podido hacer años más tarde una edición revisada y ampliada de este libro incorporando los nuevos datos aportados por la ciencia y la realidad.
Con todo, el libro no ha perdido nada de su valor. Es más: en algunos aspectos ha resultado casi profético. Si bien hoy podríamos utilizar más argumentos – incluso otros y hasta mejores argumentos – el replanteo obligado del materialismo dialéctico es un hecho cuya necesidad ya muy pocos discuten, al menos en privado, puesto que, por una cuestión de dogmatismo ateo cuasi-místico, sigue siendo el dogma científico oficialmente profesado en los ámbitos académicos.
Tampoco el origen de la vida como fenómeno debido a tan solo una sucesión contingente de meras casualidades es compatible con los datos disponibles y tampoco se sostiene ya la habitual excusa de que unos 4.5 millones de años fueron tiempo suficiente para que la aleatoriedad produjese un ser humano a partir de una célula prehistórica primigenia.
El materialismo dogmático vigente sigue sosteniendo la teoría de una célula que se formó por pura casualidad, en un medio que se constituyó también por pura casualidad, que se desarrolló gracias a mutaciones que aparecieron por pura casualidad gracias a una casual malinterpretación del código genético y que luego se seleccionaron por condiciones ambientales y/o sexuales completamente casuales. Para un cálculo de probabilidades – incluso considerando cuatro mil millones de años – son demasiadas casualidades para formar peces, anfibios, pájaros, plantas y todos los demás animales, el Hombre inclusive. En otras palabras, dejando de lado la selección natural y la selección sexual de seres vivos ya constituidos, el esquema darwinista del origen de la vida tiene que ser revisado.
Además, hay desarrollos por lo menos interesantes. Los trabajos de Michael Behe, [[3]] William Dembski [[4]] y varios otros señalan que muchos fenómenos naturales y los seres vivientes en general presentan características de diseño y, no por casualidad, la teoría de estos científicos ha recibido el nombre de "Diseño Inteligente".
Behe, que es bioquímico, sostiene la tesis de la Complejidad Irreductible según la cual existen en la naturaleza – ya a nivel de la célula – sistemas biológicos tan complejos que la falta, o el malfuncionamiento, de uno solo de sus elementos bastaría para que todo el sistema colapse y se vuelva completamente inservible. Siendo esto así, dichas estructuras no pueden haber surgido de un desarrollo paso-a-paso continuo puesto que tan solo la alteración de cualquiera de sus elementos derrumbaría toda la estructura. En otras palabras: se trata de sistemas que nacieron para cumplir una función determinada, con todo lo que necesitaban para cumplirla, y no sistemas que fueron "mejorando" o adaptándose poco a poco a través de procesos aleatorios de mutación y selección.
Por su parte Dembski, que es matemático, elaboró mediante el análisis estadístico el concepto de Complejidad Especificada. Este enfoque demuestra justamente que las estructuras de Complejidad Irreductible poseen una especifidad ab ovo, es decir: que desde su mismo origen vienen especificadas para determinada función por lo cual, dada la extraordinaria diversidad de los seres vivos unida a su enorme complejidad hace altamente improbable que todos los seres vivos del planeta se hayan formado únicamente por selección natural según lo postula la teoría evolucionista vigente.
El problema planteado para los partidarios del materialismo dogmático es que estructuras que tienen que haber surgido completas y funcionales apuntan a un diseño; de ahí la denominación de Diseño Inteligente para las teorías de Michael Behe, William Dembski, Charles Thaxton, Stephen Meyer y varios otros. [[5]] Y, por supuesto, si concebimos un diseño es prácticamente inevitable considerar la existencia de un Diseñador. Pero esto pertenece al ámbito de la teología, aunque cabe apuntar que, para los teólogos, el problema no es nada nuevo. Ya Santo Tomás de Aquino, en su "Quinta vía" para la demostración de la existencia de Dios, expresaba:
Vemos, en efecto, que cosas que carecen de
conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba
observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir
lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando al
acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no
tiende a un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera
como el arquero dirige la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige
todas las cosas naturales a su fin, y a éste llamamos Dios. [[6]]
Y aquí, luego de un probablemente demasiado extenso periplo, llegamos al empalme con la obra de Jaime María de Mahieu quien escribió en 1950 – sin conocer ninguna de las investigaciones científicas arriba mencionadas – para hablarnos de una Inteligencia Organizadora que actúa en nosotros y a través de nosotros.
Sería bueno bajarnos de las alturas de nuestra soberbia racional y, en materia de comprender realmente el fenómeno de la vida, admitir que, aun hoy, estamos avanzando lentamente, milímetro a milímetro, penetrando en un Misterio que, quizás, hasta puede terminar resultándonos insondable.
Denes Martos
Enero 2023
[1] )- Cf. Revista científica Nature, 25 de abril de 1953.
[2] )- General System theory (1968):
Foundations, Development, Applications, New York: George Braziller, revised
edition 1976: ISBN 0-8076-0453-4
[4] )- Ver Dembsky, William A. En defensa del Diseño Inteligente. Versión en PDF AQUÍ
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